No todas las personas se quedan…algunas se pierden en los recodos de la memoria.
Puertas que se cerraron, algunas no debieron abrirse, otras en las que sólo se roza con dedos temerosos el picaporte, acariciando la superficie y que terminan rindiéndose, cerrando suavemente, vislumbrando por un resquicio lo que dejaron a un lado.
Momentos en que habitaron en tu rincón, en ese espacio que sólo a ti te pertenecía, y que ahora sólo contiene la sombra de quienes por allí pasaron y no se quedaron. Sombra tú misma de unos cuantos rincones que visitaste, y que permanecen vacíos de ti.
Personas que llegaron a tu vida y durante un tiempo formaron parte de tu mirada constante, te dibujaron sonrisas, apoyaron sus rostros llorosos en tu hombro acostumbrado a recibirles, te abrazaron cuando tenías frío. Tiempo después miras y sólo su estela se adivina ya muy difusa allá por donde se fueron. ¿Cuantos hombros te esperan también sin esperanza?
Es triste pero necesario, piensas. Renovarse o morir, excusas. Ley de vida, te dice esa voz interior que tanto molesta a veces. Y sientes que tu corazón está un poco más vacío, más triste y más pequeño mientras das la triste bienvenida a una nueva sombra que te cuesta acomodar.
Mientras, alguien, en algún lado, da la bienvenida a la tuya...