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Magia en el ordenador...

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Magia en el ordenador...

Notapor Enreda » 31 Oct 2012 10:20

¿Quién no se ha sentido en alguna ocasión así? ¿Quién no ha sentido que sus sentidos se volvían locos por unas letras? Hay quien lo considera locura, y algunas que lo vivieron ahora reniegan y lo desprecian tras haber tenido que recoger los pedazos de su corazón. Lo escribí hace algunos años, pero ahora mismo, en algún lugar, alguien se está volviendo loca, quizás tú misma y no sabes qué pensar... Bendita locura si la puedes llegar a sentir...

MAGIA EN EL ORDENADOR

Vuelve a casa rápido, con una urgencia que no había conocido antes. Tanta prisa tiene un solo sentido, sentarse frente a la pantalla de su ordenador y hablar con ella, reírse con ella, soñar con ella. Ella… Ocupa cada rincón de su mente. Todos los días la espera o va en su busca, todos los días la piensa cuando siente su ausencia, y todos, todos, la necesita…

Hace poco le contó a una amiga cómo empezó aquello, una visita casual a un Chat, unas frases que le hicieron gracia, un privado para agradecerle la risa provocada, y una noche en vela charlando de mil cosas a la vez. Por la mañana pensó en ello en el trabajo, y luego en casa comiendo, y a las nueve de la noche encendió su ordenador y la buscó. Volvieron a reír, Lisa siempre lo consigue, y la noche dio paso a las confesiones. Amores fracasados, deseos de sentir, familia, amigos, mascotas… Quedaron para la noche siguiente, y luego para la otra, y así llevan un mes, al abrigo de las estrellas y con la luna de cómplice.

Tina se pregunta cómo es posible sentir así, nunca se han visto en persona. Su amiga le dijo que era por soledad y miedo. La soledad hace extraños compañeros de cama, y el miedo encuentra maneras para expresarse sin dañar la coraza. Podría ser, sí, pero hay algo más. Estar detrás de un ordenador le proporciona a Tina seguridad, y precisamente por ello se expone más. Le cuenta cosas a Lisa que jamás ha verbalizado, que nunca se ha atrevido a hablar con sus amigas, que han permanecido en su interior durante años. Su seguridad le ha vuelto vulnerable, pero no siente peligro sino deseo. Al principio fue necesidad, ésta dejó paso al cariño, y ahora siente que la quiere. Un cosquilleo recorre su cuerpo del ombligo a las rodillas y vuelta, y su respiración se agita cuando Lisa despliega toda su dulzura.

Ya en casa, Tina saluda distraída y cena rápido mientras el ordenador carga los programas. Entra en su habitación, se cambia a toda prisa y se tumba en la cama con el portátil apoyado en las rodillas. Saluda nerviosa por la tardanza y le cuenta a Lisa su día, uno más de tantos y sin embargo tan diferente. Hoy le va a decir que la quiere, aunque suene raro, aunque sea una locura. El nudo de su estómago amenaza con romperle en dos el interior, y las hormigas, hoy un tanto revolucionadas, están agotadas de tanto subir y bajar. Necesita contarle lo que siente, que se queda vacía cuando apaga el ordenador y sin embargo la lleva muy dentro, que los días se hacen eternos hasta que la lee en su pantalla, que las noches duran un suspiro desde que la conoce, y que en el silencio de la madrugada la sueña sin descanso deseando tenerla a su lado. Es difícil de explicar. No es real, le dicen algunas, es de locos, le dicen otras, la vida está en la calle, no en un ordenador, le dicen todas. Ella escucha pero no hace caso. Es real lo que siente. Su respiración se agita por Lisa, su corazón late más fuerte cuando la lee, siente la humedad de su entrepierna cuando Lisa le acaricia con sus palabras torpemente escritas. Y ella ocupa cada uno de sus sentidos, cada rincón de su mente. Es real, sí, aunque su gente la mire preocupada y piensen que se ha obsesionado con una idea, con una imagen creada a partir de una letras.

En la quietud de la noche, en su rincón más privado y personal, su habitación, su cama, Tina va escribiendo todo lo que siente, lo que desea, lo que sueña, y Lisa lee en silencio dejándola hacer. También ella está en su habitación, su castillo, y no se siente invadida sino acompañada, no se siente incómoda sino correspondida, y no se siente loca sino viva. En silencio, contando sólo con las palabras escritas para expresar sus sentimientos, se comunican sin ayuda del cuerpo, de la entonación, del volumen, o del rostro. Es increíble, desconcertante y loco. Pero sobre todo, es mágico…
Enreda
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