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Carta a mis vecinos. Y a los vuestros, ya que estamos...

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Carta a mis vecinos. Y a los vuestros, ya que estamos...

Notapor Enreda » 20 Jun 2013 11:12

Madrid, a 19 de junio de 2013

Estimados vecinos:

Llevo seis meses instalada en esta comunidad. Desde que he llegado he vivido ciertas situaciones que han motivado que lleve tiempo pensando en enviarles este escrito con mis impresiones, para lo que pudieran servir.

En primer lugar, me gustaría hacer una reflexión sobre lo primero que me llamó la atención en esta Comunidad. Tanto es así, que le pregunté al Portero a los pocos días de estar instalada, si los vecinos de escalera estaban peleados, porque me llevó muchos días recibir contestación a mis saludos. Los de la escalera de enfrente se resisten especialmente a saludar, debe ser una guerra de escaleras o algo. Es una sensación extraña instalarse en una nueva casa y que los vecinos hagan como si no te ven. Pensé en que mi ropa no estaba acorde con el portal, y que llevaba un carrito de la compra lleno de cosas raras (hacía la mudanza desde el portal de la vuelta de la esquina) pero hasta donde me enseñaron, la buena educación no depende que lleves chándal o ropa de marca. Quitando un par de vecinos y el Portero, siempre dispuesto a ayudar, el resto no sujetaban ni la puerta para que pasase el carrito. Uy, pensé, mal empezamos.

Empecé a entender mejor las cosas cuando me fijé en el solar que tenemos entre los edificios de enfrente. Me llamó mucho la atención que estuviera en ese estado de abandono y soledad, y le pregunté al vicepresidente, que me comentó que pertenece a esta Comunidad y a los edificios que lo rodean pero como no hay acuerdo de uso, permanece cerrado. Ante esto, me gustaría dirigirme a las personas que más llevan viviendo en este edificio. Quisiera que los que llevan toda una vida aquí recordaran que seguramente tuvieron varios hijos. Estos correteaban por el edificio, seguro, y jugaban mucho en la calle, justo en ese solar, según me dijo el vicepresidente. Ahora hay un terreno baldío que podría servir para descansar y encontrarse con otros vecinos, y para jugar libres y a salvo los niños de estas Comunidades, pero no, la cerrazón de los propietarios lo impide. Se me escapa cómo se pueden haber olvidado de que en ese solar muchos de sus hijos crecieron jugando. Se me escapa cómo pueden impedirse a sí mismos el paso a una propiedad que les pertenece. Se me escapa cómo prefieren asomarse y no ver más que matojos. Me dirán que su descanso lo merece. O que los malos son los demás. Me pregunto cuándo descansaron sus padres cuando ustedes eran críos. Y cuándo dejamos de entender a los otros y empezamos a creer que sólo nosotros tenemos la razón. Al llegar aquí, los dos niños que viven en mi casa, hijos de mi compañera de piso, me preguntaban cada día por qué no podían bajar a jugar ahí, y se me ocurrió decirles que lo estaban arreglando, aprovechando que ponían unas tuberías. Cuando supe la verdad, me quedé muda. Ahora me preguntan cuándo podrán bajar, y no tengo respuesta. Si les digo la verdad no lo entenderían. Y les aseguro que yo tampoco.

En segundo lugar, me gustaría entender por qué cuando tienen alguna queja por lo que consideran molestias, no acuden a la casa que corresponda a charlar sobre ello. En su lugar, acuden al Portero o al Presidente. ¿Cuándo perdimos la capacidad de conversar? ¿Estamos tan asustados que no podemos tocar un timbre ajeno para comentar por qué nos sentimos tan molestos? ¿Por qué hemos olvidado que vivimos en una especie de colmena de paredes de papel y que tenemos que procurar ser pacientes y esperar paciencia del resto? ¿Cuándo fue la última vez que le pidieron azúcar, leche o un huevo a uno de sus vecinos?

Les diré cómo me crié. Seguro que muchos de ustedes comparten bastantes de mis experiencias. Somos cuatro hermanos. Nos trasladamos a vivir a un piso recién entregado, en 1970, justo cuando yo nací. En cada casa había un mínimo de tres hijos, hasta llegar a los trece, en el primero. Y también teníamos portero. Nos criamos junto con todos los demás niños del edificio en el parque que pertenecía a la Comunidad, vallado, donde estábamos a salvo. Algunos padres nos acompañaban a veces, pero les bastaba asomarse por la ventana para vernos. Correteábamos por las escaleras piso arriba y abajo, y cuando no era uno era otro el que llamaba a timbres y salía escopetado. Bromas inocentes, de chiquillos. Pero también nos enseñaron a poder llamar a cualquier casa para pasar a merendar, a jugar con los vecinos o a estar un rato sin más. Y a ayudarnos en todo lo posible.

Ahora si un vecino te devuelve el saludo ya es un milagro, y si te abre la puerta de su casa, todo un reto, se abre lo justo para asomar la cabeza y la mitad del cuerpo, nada de hacerte pasar al salón. Que te sujeten la puerta del portal si vienes cargada, es sólo privilegio de unos pocos, los menos. Un joven hasta cargó con algo pesado que llevábamos desde el portal al ascensor, y me pareció todo un héroe. Genial por él, triste que no haya más…

No entiendo que les pasa a todos en general. Cuando estábamos en mi casa escuchábamos a la vecina del octavo practicar insistentemente con su piano la misma pieza dos horas. Al del séptimo, su danza por el pasillo. Nosotros andábamos con la flauta y deportes varios por la casa. Los niños del quinto siempre se andaban peleando, eran cinco. Los de enfrente con su música y los de más arriba, con esa manía de charlar por la ventana. Todo iba bien. Se respetaban los tiempos y se procuraba silenciar las casas a la hora de dormir de los mayores. Y nos ayudábamos con la compra, con los coches o con lo que fuera. Si un vecino fallecía, los demás llevaban a la casa comida recién hecha para que no tuviera que cocinar quien sufría la pérdida. ¿De verdad no recuerdan nada de eso?

La otra noche pasó algo. Llevaba al perro suelto acostumbrada a bajarlo cuando ya no hay nadie llegando a casa. La puerta del ascensor se abrió y una vecina iba a subir. El perro, cachorro, que ya está en la casa para la que estaba destinado, se puso de patas para saludar a la vecina. Entiendo que se asustara. Entiendo que le molestara. Le pedí disculpas varias veces. Ella no dijo nada. Nada. Hoy ya hay un cartel del presidente avisando a los propietarios que no lleven los perros sueltos por el portal. Así parece que queremos vivir, y no lo entiendo.

Todo el mundo está molesto con todo el mundo, y la verdad, dudo que tengamos más problemas de los que tuvieron nuestros padres, dudo que haya algo que justifique esa carga negativa y punzante que se percibe en cada casa, en cada rostro. Es como si estuviésemos en territorio hostil en vez de en nuestro hogar.

Me gustaría que reflexionaran sobre lo que les comento, y hagan un ejercicio de memoria histórica todos, porque más que convivir, parece que estemos en guerra cada día. La crisis nos hace estar agobiados, tristes, enfadados y hasta asustados, me dirán. Pero cómo queramos vivir y sentir las cosas en nuestras casas no nos lo va a marcar ni el Gobierno, ni los banqueros, ni la policía, sindicatos o medios de comunicación. Ni el dinero de nuestras cuentas corrientes, se lo aseguro. Es nuestra actitud lo que puede cambiar las cosas. Y con la que tenemos, no estamos sembrando más que agobios, tristezas, enfados y mucho egoísmo, demasiado, justo lo mismo que recibimos de los demás. Espero que no les moleste demasiado esta carta, y si es así, les invito a pasar a mi salón a comentarlo.

Un saludo y una sonrisa por adelantado.


Atentamente
Enreda
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Re: Carta a mis vecinos. Y a los vuestros, ya que estamos...

Notapor Encantos » 21 Jun 2013 10:20

Buenos días a todas,en especial a ti Enreda por ser la autora de este escrito.
Bueno que deciros...pues que ciertas actitudes me parecen lamentables.Yo me crié en un barrio obrero,humilde pero muy decente,con miles de vecinos,a los cuales veías desfilar por casa,eso sí siempre respentado las horas de los descansos,en casa se hacía una u dos cafeteras de café en la tarde,se compartían esos cafes y esos roscos que hacía la vecina del primero o el biscocho recién hecho de la del segundo,los niños tantos jugábamos como discuíamos,como nos adorábamos,los cumpleaños se celebraban en casa junto con tu familia y los niños de la comunidad,no hacía falta construir vayas,sabíamos hasta donde podíamos llegar...,la primera madre que bajaba a la calle a tomar el fresco o el sol,era como la madre de todos.Cuando moría alguien todas las mamas (normalmente eran las que estaban en casa,los papas iban a ganar el sustento)acudían a la casa del fallecido(a),porque por supuesto se velaban en sus hogares.Como hemos he llegado a este gran individualismo???????,os diré,la ostentación,el egoísmo,el individualismo que menciono anteriormente,la mala educación,el sin respeto que existe,todo no es más que la consecuencia de esta sociedad en la que nos hemos dejado envolver poco a poco...
Gracias a Dios o a quien corresponda vivo en lugar donde aun nos damos los buenos días,puedes pedir un huevo,azúcar o lo que te pueda hacer falta de forma ocasional,y por el contrario mi casa también está abierta a ello.No sólo a pedir llamémoslo condimentos,sino a escuchar a la vecina de al lado que anda revuelta porque su marido está enfermo,por poner un ejemplo,en definiva a escuchar y ser respetuosos,serviciales y amables cuando haga falta...Que paséis un buen día amigas.
Encantos
 
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