La curiosa historia del país más pequeño del mundo. El Principado de Sealand es una
plataforma de hormigón sobre el mar a 11 kilómetros de la costa sureste de Inglaterra.
En septiembre de 1967, un ex mayor del Ejército británico llamado Roy Bates se
estableció con su familia en tan inhóspito lugar, lo proclamó su propiedad y se
adjudicó a sí mismo el título de príncipe. Un año después, la Marina de guerra británica
trató de expulsarle aunque sin éxito.
Un juez dictaminó que Sealand estaba más allá del límite de tres millas de las aguas
territoriales del Reino Unido, por lo que escapaba al control del Gobierno de Londres.
Siete años más tarde, el príncipe Roy introdujo en su país una constitución, ideó una
bandera y un himno nacional e hizo acuñar dólares de oro y plata. Finalmente, se
concedieron pasaportes a las personas que demostraron haber apoyado los intereses de
Sealand.